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jueves, 9 de septiembre de 2010

DESHOJADO: PRIMERAS CONSIDERACIONES

El deshojado consiste en la eliminación de hojas de las cepas durante el periodo de crecimiento y, aunque se puede realizar en cualquier zona de la cepa, en general se aplica a la zona de los racimos.

El deshojado como comentaremos tiene muy diferentes objetivos y aplicaciones, se puede practicar con modalidades distintas y sus consecuencias cambian según las condiciones, intensidad, modalidad de deshojado,variedad, etc. El deshojado practicado en la zona de los racimos ha tenido tradicionalmente
como primeros objetivos obtener condiciones desfavorables para la pudrición de las uvas, para el desarrollo de la podredumbre gris, de la botritis (Botritis cinerea Pers.) en los racimos, es decir pretende que los racimos estén más aireados, en algunos casos más iluminados y soleados, reduciendo el estado higrométrico en esta zona, limitando las condensaciones de agua, con microclimas térmicos menos favorables a la podredumbre, etc. Además, los racimos en caso de ser tratados con productos fitosanitarios, al reducir la cantidad de hojas, quedan más accesibles a los tratamientos. 
En definitiva, el deshojado de la zona de racimos pretende ser una medida de lucha preventiva principalmente contra la botritis en los racimos que presentan sensibilidad en sus uvas a partir del envero, durante el periodo
de maduración. El amontonamiento de los racimos produce también condiciones favorables para el desarrollo de la botritis, por ello, el deshojado mejora muy sensiblemente los resultados cuando se practica en viñedos
con racimos bien distribuidos en las cepas, y de no estarlo conviene practicar un aclareo para desamontonar, que además mejora las condiciones de maduración de las uvas.

El deshojado se puede aplicar también para conseguir mejorar las condiciones microclimáticas de las cepas y no sólo mejorar las condiciones sanitarias, sino procurar condiciones más favorables para el crecimiento y
composición de las uvas. El deshojado pretende descompactar vegetación, mejorar la porosidad, en especial en la zona de racimos, y de forma particular durante el periodo de maduración, aunque resulta de interés durante todo el periodo de fructificación. Se persigue tener un microclima térmico, luminoso e higrométrico más favorable, con aireación que favorezca también el intercambio de gases (anhídrido carbónico, oxígeno, vapor de agua) tanto en condiciones cálidas como frescas o frías en la zona de racimos. En zonas cálidas, la porosidad debe de contribuir a atenuar los excesos térmicos mediante la aireación y mantener los racimos bien iluminados pero no exteriorizados y sobreexpuestos, para ello se deben de limitar las zonas deshojadas a las que interceptan la radiación por la mañana, y/o bien realizar sólo entresaques de hojas de manera que se mejore la porosidad pero se conserven suficientes hojas para sombrear y garantizar que la exposición de los racimos no sea prolongada. En zonas frías igualmente el microclima más luminoso y aireado contribuirá a mejorar también las condiciones térmicas, y el conjunto favorecerá el metabolismo del racimo. Las
variedades de vid presentan exigencias y sensibilidades muy distintas que debemos siempre de considerar.

El deshojado de la zona de los racimos contribuye además a que las intervenciones en esta zona resulten más sencillas, y a veces más eficientes y eficaces. La reducción de hojas hace que los racimos y las restantes partes de las vides, hojas o tallos sean más accesibles tanto para las intervenciones manuales como mecánicas, y los tratamientos fitosanitarios se distribuyen con más facilidad. En los casos en los que se realiza vendimia manual, ésta es más sencilla de ejecutar, y cuando la vendimia es mecánica, se facilita, y además es más limpia, se reducen los restos de hojas que acompañan a las uvas. En viñedos que llegan a la época de vendimia con hojas viejas y secas, su fácil desprendimiento incrementa su presencia, especialmente
en vendimias mecánicas. El deshojado para facilitar la vendimia y el final de la maduración es una técnica a considerar en algunos casos. En los últimos años, y todavía poco extendido, se ha planteado el deshojado
precoz de cuatro a ocho hojas en la zona de los racimos durante la floración para reducir su nutrición en fotoasimilados dependientes en gran parte de estas hojas, y con ello disminuir el cuajado y el tamaño de las bayas, reduciendo la compacidad del racimo, y la cosecha, y conseguir así mejores condiciones de maduración y sanitarias.


Jose Ramon Lissarrague.
Profesor de Viticultura.
Universidad Politecnica de Madrid

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