Buscar este blog

jueves, 9 de septiembre de 2010

La importancia de los gestos, el valor de los datos.

Hace unos días leí una entrevista a un maestro en lenguaje no verbal. La importancia de la entrevista no está en lo que este experto nos cuenta de su disciplina, sino en lo que las nuevas tecnologías han conseguido hacer de esta relevante ciencia que ya conocemos desde hace muchas décadas. La noticia es la reciente creación de un software que interpreta este lenguaje gestual, lo cuantifica y lo cualifica. Es decir, las máquinas
pueden saber si mentimos, lo que sentimos. Pueden saber más de nosotros que nosotros mismos, se pueden convertir en nuestros psicoanalistas.

Los pasos que la sociedad va dando hacia “un mundo perfecto” son espeluznantes. Las jóvenes generaciones tienen en Internet toda su vida, sus intimidades, sus secretos a voces. Nosotros, nuestros números de cuenta bancaria; los minutos y los días, con sus horas de llamada, correspondientes a los números de teléfono de las personas con las que hablamos; los sitios donde compramos con el detalle de nuestra lista de la compra, de modo que se puede saber el día que estamos con gripe por la cantidad de caramelos de menta que compramos (por poner el ejemplo más banal). Ahora también sabrán cuándo nos han roto el corazón. El enorme peligro que esto implica para la vulnerabilidad de nuestra intimidad es tan evidente que me siento incapaz de imaginar sus consecuencias. Uno de los ejemplos que dan sobre la utilidad de este invento es cómo se puede prever el resultado de una negociación a los pocos minutos de su inicio, sin escuchar una sola palabra! Puede hacerse en remoto, a kilómetros de distancia, sin que sea percibido por aquellos que están siendo observados! En contraposición al enorme interés que para las compañías tiene el individuo, el inmenso valor de todos y cada uno de los datos que nos definen, por su potencial como usuario, cliente, votante, se evidencia el enorme desinterés que parecen tener los colectivos para el individuo. Es decir, el ciudadano de a pie tiene cada vez menos posibilidades de conocer lo que hacen sus jefes, sus gobernantes, porque no dispone ni de los mismos recursos ni de la tecnología necesaria, que obviamente es compleja y cara. Pero lo más grave es que cada vez le importa menos. La distancia que se esta generando entre la clase política o empresarial y la sociedad es alarmante. El común de los mortales está sumido en la vorágine del día a día. En unos casos se limita a sobrevivir y en otros a no perder posiciones en la carrera del crecimiento. En ambos casos, caminos divergentes que tienden a perderse en el infinito. Sin embargo las empresas, los sectores, también tienen gestos, los gobernantes tienen gestos evidentes que no se molestan en ocultar a los pocos que aún se dedican a interpretar. Gestos que hoy día nos hablan de cambio en los valores, en los intereses y en las prioridades. Gestos para los que no hay software que certifique, por lo que siempre podrán ser negados, pero no por ello menos reales, menos elocuentes. Tanto la importancia de los gestos como el valor de los datos debería estar en el punto de mira de todos aquellos a los que aún importe el ser humano, aquel que desaparece entre la frialdad de las tecnologías o los números de las estadísticas de las que todos formamos parte.

Los recientes acontecimientos acaecidos a raíz de nuestra victoria en el Mundial de Fútbol evidencian lo fácil que resulta manipular a las masas –es tan obvio lo que nos moviliza. Ante semejante panorama, se hace imprescindible la legislación preventiva, tolerancia cero a la posibilidad de caer en la tentación.



Monica Muñoz Blanco
Editora de Mercados del Vino y la Distribucion.

2 comentarios:

  1. Gracias por incluirme en tu lista de blogs. Ignacio

    ResponderEliminar
  2. Encantados Ignacio! Faltaría más siendo de nuestro CLAN DE BLOGUEROS:)

    ResponderEliminar